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domingo, 19 de junio de 2011

La pesca entro en mi a una edad muy temprana, tanto que ya no lo recuerdo, se que fue por la proximidad de la vivienda de mi infancia tocando al puerto pesquero de Arenys de Mar.
En mi casa siempre veía unas cañas de Bambú colgadas en la Paret del pequeño patio, que un día desaparecieron por arte de magia, mas adelante me entere que eran las cañas del hermano de mi abuelo que vivía con nosotros y que según me contaron, mi abuela se las rompió y tiro a la basura por que despedían ese característico olor a cebo corrupto.
Mis paseos por el puerto me llevaron a conocer a varios de los veteranos de la pesca portuaria de la época de la zona, y mi curiosidad me llevo a acercarme a ellos y así empezar a aprender técnicas y trucos de las diferentes maneras de pescar, tanto a boya en lanzado como a fondo.
En verano aprovechaba las horas acompañando a el Sr. Lloret (E.P.D.) que vivía cerca casa y practicaba una pesca un tanto rara para mi, se ponía siempre en el entablillado que había en los amarraderos de los astilleros ARESA,  su rutina era siempre la misma, enroscaba unos cancamos a las maderas de la pasarela en los cuales pasaba las cañas ( en esa época de Bambú),  la línea estaba fijada en la punta con un par de palmos de cuerda y seguidamente el nailon, un anzuelo enorme, y en el una sardina entera todo eso sin ninguna plomada, la sardina se movía a merced de la corriente del puerto.
Antes del anochecer yo me tenia que marchar a casa a cenar pues en casa eran de costumbres fijas en el horario y todos teníamos que estar en la mesa a la hora, y después de cenar salía junto con mi padre al portal de casa a tomar el fresco mientras el leía el Dicen, al rato pasaba puntual como cada día el Sr. Lloret y era raro el día que no llevara un par de lubinas casi arrastrándolas por el suelo, calculo ahora que podrían pesar de promedio entre tres y cuatro kilos, algunas veces le vi con unos bichos enormes, se paraba junto a nosotros y le decía a mi padre que un día me dejara quedar hasta que el acabara la jornada de pesca pues yo me marchaba en el momento idóneo según el en que los depredadores iniciaban su actividad.
Y llego el día en que eso sucedió y pude quedarme, fue el día en que entro el veneno de la pesca definitivamente en mi cuerpo, dos hermosas lubinas tuvieron la culpa y una de ellas me la dejo trabajar un buen rato para que pudiera ver la sensación de tener al final de la línea un buen ejemplar.
Obviamente eran otros tiempos, tiempos en que con un material sencillo podías disfrutar de grandes días de pesca, el mar estaba vivo, por todas partes había vida, las piedras estaban llenas de lapas, erizos, necoras  donde salían burbujas era señal  de que alli abajo había un refugio para una familia de anguilas y que decir de los congrios que a veces incluso con la luz del día podías verlos asomar de entre las piedras, las aguas eran transparentes y en la orilla de la playa enterradas en la arena estaban las tallarines y varias clases de gusano.
Salir a pescar no comportaba rascarte el bolsillo, sencillamente te cargabas con los bártulos y en el mismo lugar te acopiabas del cebo, siempre fresco y en cantidad, algas para las salpas, mejillón para sardos y doradas, en el suelo del puerto después de la llegada de los sardinales cogías todas las sardinas que querías para pescar, un buen gambero te proporcionaba gambitas sacadas de entre las piedras del espigón,( para mi el mejor cebo).
Eran otros tiempos ya lo dije antes y no volverán, entre todos nos lo hemos cargado todo, la experiencia que yo viví no puedo hacérsela vivir a nadie pues es casi imposible, disfrutar de un día de pesca como antaño, sólo te asegura un desembolso económico y raras veces un disfrute de la pesca, eso si lo que nunca cambiara es los buenos ratos que pasamos junto a los compañeros y las batallitas de los recuerdos del pasado, nosotros aun tenemos cosas para contar, ¿lo podrán hacer nuestros hijo o nietos¿, yo creo que no, es una pena.

1 comentario:

  1. Buen relato Joan , coincidimos en que nos criamos en el mismo puerto haciendo lo mismo y aprendiendo de los mismos pescadores con unos cuantos años de diferencia (que viejo somos ya jejeje ) , tuvimos mucha suerte de que pudimos disfrutar de la pesca en aquellos tiempos , me arrepiento de no haber disfrutado mas aún pero me queda el recuerdos de disfrutar junto a mi abuelo. Hoy en día no volveremos a tener la pesca de antaño pero siempre quedarán los recuerdos y los amigos.

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